Para que los robots funcionen con autonomía, es necesario indicarles qué tienen que hacer ante cada situación. Darles órdenes, en definitiva. Y para eso, hace falta compartir un idioma. ¿Cómo nos comunicamos con ellos? La respuesta: el lenguaje de la programación.
Las computadoras funcionan a partir del código binario y nosotros nos comunicamos con el lenguaje humano. La solución para establecer la comunicación entre ambas partes fue desarrollar un lenguaje intermedio, que reconozca nuestras instrucciones y las retransmita en el idioma de las computadoras. Esa es la función del entorno de programación: traducir nuestra sintaxis al código de máquina, el código binario de ceros y unos.
Por definición, un lenguaje de programación es un idioma establecido para comunicarse con las máquinas y que estas realicen tareas a partir de una serie de instrucciones lógicas. Como todo lenguaje, su estructura está conformada por signos combinados a partir de reglas sintácticas y semánticas.
¿Adónde van las instrucciones que reciben los robots? Para organizar el funcionamiento de un robot, se programa una serie de funciones que serán almacenadas en su «cerebro». Se trata del microcontrolador, un circuito integrado programable conformado por las mismas unidades funcionales que una computadora: un procesador, una memoria, y dispositivos de entrada y salida.
De esta manera, una vez programadas las funciones, el robot ejecuta las acciones como respuesta a estas órdenes almacenadas en su «cerebro».
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